La alta repostería comprende la pastelería tradicional, chocolatería, panadería (pan blanco, pan de ajo, bisquets, entre otros), y la elaboración de todo tipo de postres como strudels, soufflés y galletas. Aunque este giro se ha visto atacado por la competencia que representan las grandes cadenas de supermercados, que empezaron a abarcar la venta de pan y pasteles, sigue existiendo un importante sector de consumidores que prefieren los productos con el tradicional sabor casero, sin ingredientes artificiales y la frescura de la que carece la producción industrial.
«La repostería es un arte que te permite hacer volar la imaginación, ya que prácticamente cualquier cosa puede ser un molde para trabajar con el chocolate u otros ingredientes», de acuerdo con Gloria Ochomogo Flores, de 34 años de edad, quien hace 11 años incursionó en la repostería, dedicándose a cocinar por las tardes, principalmente sobre pedido.
En el arte de preparar pasteles y otros postres se utilizan ingredientes básicos sumamente económicos -azúcar, huevos, harina y mantequilla- que hacen que el costo de elaborar un pastel sea barato, mientras que el precio al que se vende es superior en 100 y 200 por ciento, puesto que el valor agregado se percibe más en la decoración que en la preparación del pastel. Dependiendo de la presentación del producto, el consumidor estará dispuesto a pagar un precio alto, razón por la cual las técnicas y cursos de repostería se concentran más en la decoración del pastel o postre que en la propia preparación.